"¡No que verá tranquila que derroche / su hacienda en un burdel, y á una piruja / querrá ceder el heredado coche!" Bretón de los Herreros, Manuel (1829) Sátira contra los hombres en defensa de las mujeres. Madrid: Eusebio Aguado, p. 18
"Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes. Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima." Rulfo, Juan (1992 [1953]) El llano en llamas. Madrid: CIS, p. 27–8