Del latín metopa, y este del griego μετόπη (metópe).
Había metopas en los balcones, frisos que corrían de una ojiva a un ojo de buey, repitiendo cuatro veces, lado a lado, en fundición vendida al metro, el tema de la Esfinge interrogando a Edipo.Alejo Carpentier. Dos novelas. Página 151. 1976.