Cabe destacar que en lo oculto del tema del financiamiento privado de las campañas electorales se esconden algunos mecenas, que luego aprovechan el ejercicio de sus protegidos cuando están en los cargos públicos, ya fuere tratando de evitar que quiebre un banco u obligando a poner precios más altos a la competencia en artículos textiles. Se sabe, por ejemplo, que a finales de la campaña presidencial de 1993, un banquero que hoy está prófugo de la justicia, aportó varios cientos de millones de bolívares para la campaña de uno de los aspirantes. Y el asunto se supo porque el entonces prestigioso mecenas, hoy caído en desgracia, puso como condición para el aporte que el comando beneficiario cambiara su agencia de publicidad porque ésta había, supuestamente, actuado en una campaña sucia en su contra.