Se susurra que el monte grita sus jaras; que los vientos impregnan, / y que el ládano albino, montaraz e insurgente / (¡nómada!) unge a los naturistas: / nada más justo ni plausible. / (Más allá de los soplos salinos, mar: / la sonrisa blanca de unos verdes recónditos, / quizá las velas que se hinchen bajo la arrebolada / o un alborozo de espuma en los cantiles.Juan José Domenchina. Dédalo (1932). Página 280. Editorial: Castalia. Madrid, 1995.