Este, decía yo, es pobre y nadie da lo que no tiene; mas el avariento ciego y el malaventurado mezquino clérigo, que, con dárselo Dios a ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta, me mataban de hambre, aquellos es justo desamar y aquéste es de haber mancillas.Anónimo. El Lazarillo de Tormes (1554). Página 76. Editorial: Revista VEA. 1987.