Pero volvía Juan Antonio Méndez, sofocado de subir y bajar la escalera, sofocado por la vecindad del fogón, sofocado de risa por algo que acababa de pasarle con una de las ‘niñas’. ―A la mesa, a la mesa se ha dicho..¡Aаааah! ―agitaba en alto una mano como si revoleara el lazo―. Juera… Juera… Juera… Ta el lechón como para rechuparse los deos… Vieran… Y la niñoca esa nueva tan enojá porque le pellizqué el mal del tordo… ¡Je!… Puro polisón no más… ¡Je!Marta Brunet. Humo hacia el sur. Página 106. Editorial: Lom Ediciones. 1998. ISBN: 9789562820691.
Ejemplo:
A escondidas de ella, le pedí a la niñoca Isolda me presentara a su cabrona. Inútil, Isolda me miró con lástima primero y después con espanto y dijo que no desafiaría la ira de Dios cometiendo tal disparate.Virginia Vidal. Cadáveres del incendio hermoso. Página 24. Editorial: Andres Bello. 1990.