¡No que verá tranquila que derroche su hacienda en un burdel, y á una piruja querrá ceder el heredado coche!Manuel Bretón de los Herreros. Sátira contra los hombres en defensa de las mugeres. Página 18. 1829.
Porque mi papá con muchos trabajos había conseguido a la Serpentina, desde que era una vaquilla, para dársela a mi hermana, con el fin de que ella tuviera un capitalito y no se fuera a ir de piruja como lo hicieron mis otras dos hermanas, las más grandes. Según mi papá, ellas se habían echado a perder porque éramos muy pobres en mi casa y ellas eran muy retobadas. Desde chiquillas ya eran rezongonas. Y tan luego que crecieron les dio por andar con hombres de lo peor, que les enseñaron cosas malas. Ellas aprendieron pronto y entendían muy bien los chiflidos, cuando las llamaban a altas horas de la noche. Después salían hasta de día. Iban cada rato por agua al río y a veces, cuando uno menos se lo esperaba, allí estaban en el corral, revolcándose en el suelo, todas encueradas y cada una con un hombre trepado encima.Juan Rulfo & Carlos Blanco Aguinaga. El llano en llamas. Página 27. Editorial: Lectorum Publications. 1985.