Al entrar en la plaza del potro, conviene hacerlo con la mayor precaución, hablándole siempre, para evitar toda sorpresa; el levantar y tender la cama, barrer y demás operaciones que tienen necesariamente que verificarse, si el potro es muy esquivo, se hará en los primeros días, cuando esté fuera del pesebre, aprovechando el rato que se sacó para darle agua ó limpiarlo, ó haciéndolo a propósito, para excusarse de andar á su lado con horquillo, escoba, etc.José Hidalgo y Terrón. Obra completa de equitación. Editorial: R. Velasco. Madrid, 1889.