El volantín blanco surgió repentinamente, tal amenazante vilano. El pavo se replegó en temerosa, veloz, inútil recogida. El halcón blanco lo cogió desde abajo en tenue contacto de hilos. Un roce apenas, asesino, mortal. Un leve temblor. Y el derrumbe. La hoja muerta planeó por breves instantes, volteó, pareció elevarse, y fue tragada por el cercano horizonte de techos y de árboles.
―Lo mandaron cortado ―dijo el niño, suspirando.
―Con hilo de vidrio no es gracia, Panchito.Daniel Belmar. Detrás de las máscaras. Página 13. Editorial: Zig-Zag. 1965.